¡¡ FIESTA !!

Por la Villa de Llanes corren vientos de alegría. Celébrase la fiesta del Santo que libra de peste y males a todo el pueblo de Llanes, según reza la copla popularísima que cantan los mozos y mozas bajo su cielo asturiano y que allá lejos, muy lejos, del otro lado de los mares y de los montes, habrán recordado en cariñosa añoranza la tierrina amada, tanto y tantos que a Llanes dejaron y de Llanes nunca se olvidaron, ni cuando la fortuna llamó a sus puertas, ni cuando las penalidades y amarguras fueron solo el premio a sus desvelos y fatigas.
El día del Santo señala el más alto grado de alegría y animación de la pintoresca Villa, que para mejor lucimiento de sus fiestas se engalana y adorna, más que con gallardetes y farolillos que marcan en su calle principal el sitio donde se baila, con la belleza de sus mozas y la gallardía y gracia, que en todo tiempo fueron famosas.
El día del Santo es de gran fiesta. Por la mañana sale en procesión el Santo afortunado, de quien son devotas las hermosas mujeres llaniscas. Le han sacado en procesión para rendirle pública muestra del fervor con que le quieren y le rezan, y acaso para que dé un grato paseo por las calles de la Villa que tiene allá en el cielo bajo su amparo y que por su intercesión alcanza bienandanzas del Dios de las misericordias.
Más tarde vuelve a su capilla. Las puertas están abiertas. Por ellas entran y salen a todas horas, de día y de noche, sus fieles devotos, a rezarle y pedirle nuevas mercedes que no habrá de negarle. Por ellas, desde su altar, orlado de flores y espléndidamente iluminado, puede contemplar San Roque bendito la alegría y el bullicio de su pueblo, que se inclina reverente ante su bordón de peregrino y ante su perro fiel que le acompaño en sus andanzas, y está con él en los altares, en las estampas y en el corazón de sus devotos.
A su capilla, por sus puertas abiertas, llegan mil veces repetidos cantos en honor suyo y en alabanza de su fiel compañero. Desde su altar mira San Roque con agrado como baila, alborozada, animada, regocijada, la gente moza al compás de alegre música. Desde su alta oye el Santo, complacido, el eco de los vibrantes cantares que suenan alegres en la calle; cantares en que el nombre del Santo va rodeado de palabras y de frases de amor y devoción. Las coplas se interrumpen un momento para gritar vivas a San Roque y a su perro... Y el entusiasmo se desborda y todas las mozas bailan y todos los mozos cantan y una entusiástica alegría contagia a toda la gente; se comunica a todos los corazones y hace pensar en la ventura de vivir olvidando penas y amarguras.
¡Cómo le placen al Santo esas muestras de amor que le tiene su pueblo llanisco, el regocijo con que cantan y bailan las mozas y los mozos en la calle, bajo el techo magnífico del cielo de estrellas esplendentes adornado!
La alegría es bondad, es entusiasmo, es vigor; ilusión y esperanza con el alma alegre se va al mundo afrontando rigores, ante los que el ánimo entristecido o apocado vacila y se cansa; con el alma alegre han ido a la remota y amada tierra mejicana, esforzados llaniscos que de su adorada villa salieron rapaces, y allá acometieron empresas que serán siempre gallarda muestra de su entereza, de su energía, de su firme voluntad.
¡Bendito el contento con que Llanes celebra en un día memorable de Agosto la fiesta de su Santo predilecto, que allá en el Cielo habrá de rogar al Supremo Creador del Universo que siempre mire con ojos de clemencia a los hijos de Llanes...!
Muy cerca de la madrugada, callan las músicas, el baile concluye; aún las puertas de la capillita quedan abiertas, dentro ya no hay fieles que recen, las calles van quedando desiertas; aletea misterioso en los oídos de las hermosas llaniscas este cantar que tiene un son melancólico en el silencio de la noche:

Libra de peste y males, Roque divino,
a todo el pueblo de Llanes


ANGEL DEL CAMPO

 
       
   
       
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